La Noche de los Lápices Rotos
El 16 de septiembre no es una fecha más en la ciudad de La Plata, más bien es un punto de inflexión en la historia y en la cultura. Aquella noche de 1976 se inició una ola de secuestros organizado por los miembros de la dictadura cívico-militar. Las víctimas fueron los estudiantes secundarios que solo querían un Boleto Escolar para poder Estudiar.
Desde sus raíces la Argentina se ha caracterizado por tener una preocupación particular en la educación universal y gratuita, pero en cada etapa se debieron afrontar obstáculos para alcanzar estos objetivos. En los años de la revolución de mayo, Manuel Belgrano y sus pares planteaban la necesidad de construir escuelas. Los ex-Presidentes Domingo Sarmiento y Nicolás Avellaneda llevaron adelante un plan sistemático para alfabetizar a la población. Incluso los mismos orígenes de la Universidad Provincial (1889) se planteó el debate sobre la educación universal como motor de ascenso social. Algunos de los padres fundadores de la ciudad de La Plata como el Dr Dardo Rocha y el Ingeniero Pedro Benoit llegaron a dar clases en modo ad-honorem con tal de mantener la institución funcionando.
En 1918 llegó la tan necesitada Reforma Universitaria, impulsada por estudiantes y docentes de Córdoba. Un giro de 180° en las políticas educativas, siendo la UNLP la institución que más abrazó este camino, luego de la Gran Huelga de 1919. Finalmente en 1952 el ex-Presidente Domingo Perón decretó en 1952 Boleto Estudiantil Gratuito para educación básica y la gratuidad de las Universidades Nacionales.
Pero lamentablemente en 1966 el General Onganía dio un golpe militar contra el gobierno constitucional del Dr Arturo Illia (UCR), quien es recordado por encabezar una Edad de Oro paa la educación y las ciencias. Pero en los planes de la Dictadura no había un lugar privilegiado para las escuelas y universidades. El primer paso fue la represión a los carreras sociales y centros de estudiantes de todos los niveles. Y cuándo la crisis económica estalló, los recortes presupuestarios y sociales para la educación desaparecieron. En un país desigual, la crisis y el final del boleto estudiantil hizo que muchos jóvenes abandonaran las aulas para tener ir a trabajar.
Tras múltiples reclamos, el 27 de marzo de 1972 se dictó un decreto del Ministerio de Obras y Servicios Públicos de la Nación que fijaba Boleto Estudiantil Diferencial (-20% en la tarifa), pero su implementación en la Provincia de Buenos Aires quedó paralizada por la burocracia y desinterés.
En 1975 el país atravesaba una nueva y sostenida crisis económica, social y política. La reciente democracia peronista se encontraba debilitada. La inflación trepó al 78%. La violencia política, la fractura social y los rencores estaban a la orden del día. Los Centros de Estudiantes de Secundarios no eran ajenos a esta realidad, principalmente porque vieron amenazados sus propios derechos consagrados y las promesas incumplidas.
Nuevamente el 1° de septiembre de 1975 el Concejal Rodolfo Mariani presentó un proyecto para que se implementara el Boleto Estudiantil en La Plata, pero no obtuvo resultados favorables. En consecuencia el día 5 los estudiantes realizaron la histórica marcha al Ministerio de Obras Públicas (avenida 7 entre 58 y 59) para presentar un petitorio acompañado con miles de firmas recolectadas. Los adolescentes fueron recibidos por un cordón policial seguida de una brutal represión. Gases lacrimógenos, palos, corridas, detenciones y desconcentración por la fuerza.
“Tomala vos, damela a mí, por el boleto estudiantil”.
El impacto de la represión en la opinión pública fue rotundo, alguien tenía que hacer algo. El gobierno provincial encabezado por el Victorio Calabró (PJ) se mantuvo ajeno al tema porque ya simpatizaba con un próximo golpe de estado. El intendente Ruben Cartier (PJ) hacía sido asesinado meses antes por una patota presuntamente ligada al gobernador. En tanto el nuevo intendente provisional, Juan Brunn (PJ), necesitaba un urgente respaldo social para enfrenar las continuas amenazas. En este inetastable y violento contexto, la Municipalidad de La Plata reglamentó el Boleto Estudiantil Diferencial de -20%. No era mucho, pero pareció un gran avance para el movimiento estudiantil que ya pagaba el precio de una inflación de 180% anual. Pero lamentablemente este avance solo fue el inicio de una de las historias más crueles de nuestra ciudad.
El 24 de marzo de 1976 los comandantes de las Fuerzas Armadas dieron un nuevo golpe de estado que fue por todo. El el 27 de marzo asumió como "Comisionado" el Capitán de Navío (R) Oscar Macellari. Durante el mes de abril el boleto estudiantil pasó de $3 a $6 para los secundarios. El 5 de junio volvió a subir un 26% ($8), y el primario pasaría de $1 a $2. Siendo aun insuficiente, el 15 de junio se terminaron las tarifas planas para las secciones y el pasaje costaría $16 para los estudiantes de las zonas periféricas. En menos de seis meses las tarifas se incrementaron en más de un 200%.
La reacción de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) no se hizo esperar. El gobierno de facto había prohibido toda actividad política, pero los Centros de Estudiantes de La Plata se reorganizaron en la clandestinidad para organizar tomas pacíficas de colegios y movilizaciones.
Desgraciadamente el gobierno militar comprendía que los Centros solo eran una base operativa para la propaganda subversiva y que era necesario una “restauración del orden en todas las instituciones escolares” (Clarín, 14/4/1976). La dictadura no comprendió la dimensión económico-social de los tarifazos en el acceso a la educación pública. En consecuencia, amplió las ya existentes listas negras, se profundizaron los controles, las intervenciones, las amenazas, las detenciones ilegales, las torturas y los asesinatos. El Plan Sistemático de Represión que se cobró mil de vidas estaba activo.
En la madrugada del 16 de septiembre de 1976 se puso en marcha en La Plata el operativo para secuestrar a los principales dirigentes estudiantiles. Diez adolescentes entre 16 y 19 años fueron detenidos ilegalmente y trasladados a los centros clandestinos de detención.
Se quiso implantar la idea de que se intentaba frenar a "la subversión", pero esto estaba lejos de ser cierto, pues la mayoría de los estudiantes secuestrados ni siquiera eran miembros activos de partidos políticos, organizaciones sociales o movimientos de la lucha armada.
Se quiso implantar la idea de que se intentaba frenar a "la subversión", pero esto estaba lejos de ser cierto, pues la mayoría de los estudiantes secuestrados ni siquiera eran miembros activos de partidos políticos, organizaciones sociales o movimientos de la lucha armada.
Según el informe “Nunca Más” las órdenes de detención provinieron del Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército, con las firmas de Comisario General Alfredo Fernández y del Coronel Ricardo Eugenio Campoamor, jefe del Destacamento de Inteligencia 101. La ejecución estuvo a cargo de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en aquel entonces por el General Ramón Camps y Miguel Etchecolatz.
El documento destaca que las víctimas fueron catalogadas con un grado de peligrosidad mínimo. Aun así fueron aislados, torturados y abusados sexualmente en diferentes centros clandestinos de detención como: Arana, el Pozo de Banfield, la Comisaría 3 de Valentín Alsina y la Unidad 9 de La Plata.
Pablo Díaz, uno de los cuatro sobrevivientes, declaró en la CONADEP y los Juicios a la Junta: "En Arana me aplicaron la picana eléctrica en la boca, encías y genitales. Inclusive con una pinza me arrancaron una uña del pie”. Agrega además que era muy común pasar varios días sin comer o ser atado durante un largo tiempo con una soga al cuello.
Por su parte, Emilce Moler, quien no militaba en ninguna agrupación, narró al a BBC de Londres: "Nos torturaban con todo el sadismo. Recuerdo que había un hombre enorme que me pegaba fuertemente todo el tiempo, y realmente tenía frente a él a una chica desnuda, de unos 47 kilos y un metro cincuenta de altura. Yo era su enemigo, independientemente de mi edad (17). Ni siquiera hacía preguntas consistentes. Éramos vistos como peligrosos por nuestras ideas".
De los diez estudiantes secuestrados en el operativo popularmente conocido como “La Noche de los Lápices”, seis jamás volvieron a ser vistos con vida. En tanto los sobrevivientes encontraron su libertad gracias a la trascendencia pública del caso, la insistencia de los familiares, el trabajo de las ONG y la influencia de algunos sectores religiosos; quienes en conjunto jamás claudicaron en sus reclamo por la liberación de los detenidos-desaparecidos.
En 1986, bajo el gobierno democrático de Raúl Alfonsín (UCR), la Fiscalía General acusó a Ramón Camps de estar involucrado de 214 secuestros extorsivos con 47 desapariciones, 120 casos de tormentos, 32 homicidios, 2 violaciones sexuales, 2 abortos provocados por torturas, 18 robos y 18 sustracciones de menores. Ese mismo año, la Cámara Federal lo encontró culpable de 73 casos de tormentos seguidos de asesinatos y lo condenó a 25 años de reclusión con degradación e inhabilitación a perpetuidad. Posteriormente se le denegó la obediencia debida por haber tenido "alta capacidad decisoria" en las ordenes impartidas.
Murió en 1994, en libertad gracias al indulto presidencia Nº 2741, causa Nº 44/85, firmado por el ex-Presidente Carlos Saúl Menem (PJ).
Con el retorno de la democracia la esquina de 7 y 58 se volvió un punto de conmemoración. Todos los 16 de septiembre, los Centros de Estudiantes Secundarios, Primarios y Universitarios realizan una multitudinaria marcha. Gracias a sus luchas y memorias, el boleto estudiantil volvió a estar vigente con el retorno de la democracia, lo cual permitió que miles estudiantes puedan ir al colegio aun durante las peores crisis económicas del país.
Cada escuela de la ciudad posee placas que recuerdan a las víctimas de la dictadura que pasaron por sus aulas, sean por la “Noche de los Lápices Rotos” o bajo otro operativo represivo ejecutado entre 1976 y 1983.
El 4 de septiembre de 1986 se estrenó la película de Héctor Heredia, “La Noche de los Lápices Rotos” (Trailer), que hasta en la actualidad sigue siendo cabecera entre los Festivales Internacionales de Cine vinculados a la defensa de los Derechos Humanos.
El 4 de septiembre de 1986 se estrenó la película de Héctor Heredia, “La Noche de los Lápices Rotos” (Trailer), que hasta en la actualidad sigue siendo cabecera entre los Festivales Internacionales de Cine vinculados a la defensa de los Derechos Humanos.
Los Estudiantes de La Noche de los Lápices
Claudio de Acha. Nació el 21 de septiembre de 1958. Ingresó al Colegio Nacional en 1972. En 1974 se incorporó en la UES. Fue secuestrado el 16 de septiembre de 1976 a los 17 años, continúa DESAPARECIDO.
María Claudia Falcone. Nació el 16 de Agosto de 1960. Ingresó al Bachillerato de Bellas Artes en 1973. Militaba en la UES. La secuestraron el día 16 de septiembre de 1976 a los 16 años, continúa DESAPARECIDA.
Horacio Ungaro. Nació el 12 de mayo de 1959. En 1971 ingresó a la Escuela Normal Nº 3. Militaba en la UES. Lo secuestraron el 16 de septiembre de 1976, tenía 17 años, continúa DESAPARECIDO.
Daniel Alberto Racero. Nació el 28 de Julio de 1958. Ingresó en 1971 a la Escuela Normal Nº 3. Un año después se incorpora al Movimiento de Acción Secundaria (MAS) y en el verano del ‘73 a la UES. En 1976 se inscribió en el Industrial Modelo de Berisso para cursar Tornería Mecánica. Lo secuestraron el 16 de septiembre de 1976 a los 18 años, continúa DESAPARECIDO.
María Clara Ciocchini. Nació el 21 de abril de 1958. Estudiaba en el Bachillerato de Bellas Artes y en 1973 se incorporó a la UES. La secuestraron el 16 de septiembre de 1976 a los 18 años, continúa DESAPARECIDA.
Francisco López Muntaner. Nació el 7 de Septiembre de 1960. Ingresó en 1974 al Bachillerato de Bellas Artes. Militaba en la UES. Lo secuestraron el 16 de septiembre de 1976, tenía 16 años, continúa DESAPARECIDO.
Pablo Díaz. Nació el 26 de junio de 1958. En 1972 ingresó al colegio José Manuel Estrada. Militó en la Juventud Guevarista y en la UES. Lo secuestraron el 21 de septiembre de 1976. Estuvo detenido a disposición del Poder Ejecutivo Nacional hasta 1980.
Emilse Moler. Alumna del Bachillerato de Bellas Artes. Militante de la UES. Fue secuestrada el 17 de septiembre en su casa, a los 17 años. Estuvo detenida a disposición del Poder Ejecutivo Nacional hasta 1978.
Patricia Miranda. Alumna del Bachillerato de Bellas Artes. No participaba en la UES, pero estaba junto a Emilce Moler el día del secuestro. La secuestraron el 17 de septiembre de 1976, a los 17 años. Estuvo detenida a disposición del Poder Ejecutivo Nacional hasta 1978.
Gustavo Calotti. Estudiante del Colegio Nacional, había militado en la UES pero en 1976 ya se había desvinculado y estaba más próximo a agrupaciones de izquierda marxista. Era empleado de la Policía bonaerense cuando fue secuestrado el 8 de septiembre de 1976. Estuvo a disposición del Poder Ejecutivo Nacional hasta 1979.
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