El Mito del Monumento a San Martín
En sus inicios, el espacio verde de 7 y 51 fue conocida como “Plaza Legislatura” y posteriormente como “Plaza Primera Junta”. Ante las críticas que recibía por la falta de estética, en 1914 fue rediseñada y rebautizada como "General San Martín" mediante la ley 3469. En un acto encabezado por el Presidente de la Nación Victorino de la Plaza se descubrió el monumento al Padre de la Patria. Si bien se trató de una réplica exacta a la emplazada en Francia, al poco tiempo se puso en duda si realmente era una figura de Don José de San Martín, pues su rostro no parecía asemejarse.
Para entender la verdad detrás del mito hay que remontarse al año 1907, cuando el joven argentino Tomas B. Viera se encontraba en la ciudad de Boulogne-Sur-Mer (Francia) buscando la casa dónde El Libertador había exhalado su último aliento. Muy Grande fue su decepción al descubrir que en el lugar no existía ni siquiera una placa para recordarlo.
Durante cincuenta años la imagen del General San Martín había sido abandonada, y cuando no despreciada, luego de que se autoexilio para no involucrarse en guerra civil que atravesaba el país. Esta injusticia motivó a Tomas Viera y al Doctor Enrique Crotto a impulsar un homenaje al General que hasta ese momento era casi desconocido en Francia.
En 1908 el senador nacional Joaquín V. González presentó el proyecto para levantar varios monumentos por el centenario de la Revolución de Mayo, incluyendo uno de San Martín en Francia, y la adquisición su última morada. Para este proyecto el Gobierno recurrió al prestigioso escultor Henri Emile Allouard. En una primera instancia el artista se negó, pues pensó que José de San Martín era un santo católico. Tras investigar sobre los actos del Libertador de América, respondió al día siguiente:
“Sí. Bien merece que se haga por él un sacrificio, este capitán que fue el sacrificio hecho hombre”.
(El centenario del monumento al General San Martin en Boulogne-Sur-Mer / Diego Soria)
Para esta obra, que aun se luce en Francia, el artista debió fabricar un molde específico. Y un año más tarde se volvió a utilizar esta plantilla para construir una única réplica exacta, la fue destinada a la ciudad de La Plata.
Como base del diseño emplearon los testimonios de la época y el histórico daguerrotipo de su vejez, pues no existe ninguno registro de su apariencia en los años de la Independencia. Al igual que ocurrió con muchos personajes de principios del siglo XIX, muchas veces la imagen que tenemos no son 100% fieles, sino más bien son reconstrucciones y estimaciones a partir de múltiples fuentes.
Con pequeñas diferencias, tanto en La Plata como en Bolugone-Sur-Mer, encontramos un pedestal rodeado de un jardín sobre el cuál se alza la estatua ecuestre del Libertador, quien levanta la bandera nacional. A su pie, una segunda estatua femenina representa a “La República Reconocida” que le ofrece una corona de laureles. Del lado opuesto surgen los trofeos de campaña: la bandera, un cañón, un clarín, un tambor y fusiles. Lamentablemente la réplica platense ya no posee en los laterales del pedestal los dos bajorrelieves originales: “El cruce de los Andes” y “San Martín rechaza el poder”.
El acto inaugural sobre la costa francesa de Boulogne-Sur-Mer fue todo un éxito. El gobierno nacional envió una flota de la Armada encabezada por la Fragata Escuela Presidente Sarmiento, escoltada por las cañoneras “Paraná” y “Rosario”. Además a bordo del buque transporte “La Pampa” llegó un Escuadrón de 150 Granaderos a Caballos al mando del capitán Tesandro Santa Ana. La ceremonia duró todo el día y las crónicas de la época estiman que al evento asistieron cerca de 10.000 personas.
Durante la Segunda Guerra Mundial en la ciudad francesa funcionó una importante base de submarinos nazis. Por su proximidad, el monumento al General San Martín debió ser protegido con bolsas de arena. Lo curioso es que si bien la zona sufrió 487 bombardeos aéreos y ataques navales aliados, la figura del Libertador solo sufrió daños menores por esquirlas.
Siendo uno de los pocos monumentos y construcciones que quedaron en pie en la devastada Boulogne-Sur-Mer; la estatua fue considerada como "Milagrosa".
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