Urlezaga, el Maestro del Ballet
Quien jamás conoció su obra y se lo cruza en la calle, probablemente jamás pensaría que está frente a una gran estrella del ballet mundial. Así es él, una persona sencilla pero sumamente virtuosa y erudita, cubierta de un manto de humildad y serenidad. Un gigante del arte, que lejos de aislarse en su fama, jamás dejó de apostar por el país y el futuro de los bailarines.
Fue en la ciudad de La Plata, un 10 de diciembre de 1975, cuándo Iñaki Urlezaga vió la luz del gran escenario terrenal. Allí lo esperaban su madre Nalita, su padre Esteban y su hermana Marianela; entre muchos parientes y allegados.
Virtuoso, prematuro y sumamente inquieto, sus primeros meses de vida adelantaban lo que sería su futuro. Cuenta en sus anécdotas que era muy difícil hacerlo dormir, salvo que le pusiera música clásica: Beethoven, Tchaikovsky y Ravel. En múltiples entrevistas también afirmó que según su familia, él comenzó a bailar antes de poder caminar; cuándo pasaba las siestas en la Escuela de Danzas de su tía Lilian, quien lo cuidaba.
Erróneamente suele vincularse la danza clásica con los sectores de clase alta, como algo inaccesible, anti-popular, alejado de las modas e incluso como "algo raro"; pero estos solo son prejuicios injustificados. El mismo año que comenzó la escuela primaria, a los 6 años, Iñaki entró oficialmente a la Escuela de Danza de La Plata. Dos años más tarde ingresó en la Escuela del Teatro Colón de Buenos Aires. Con la inocencia de un niño de 8 años y la calle del barrio en los pies, no tuvo grandes problemas durante su escolarización. Por el contrario, el amor por la música y la danza crecieron al nivel de brindar pequeños show en el mismísimo patio del colegio durante los recreos.
A los 15 años, en pleno furor de la adolescencia, egresó de la Escuela del Teatro Colón con un promedio de 10. Su esfuerzo diario tuvo su recompensa: una beca para estudiar durante tres meses en la Escuela Americana de Ballet (Nueva York - EEUU). Sin saber ingles, haber vivido solo ni tener alguien que lo acompañe en la aventura, debió valerse por si mismo en el extranjero. Cocinó, lavó, limpió, estudió, aprendió el idioma y amplió su carrera artística. Todo a base de sudor y compromiso. Fue así que obtuvo el respaldo del profesor Stanley Williams (danés) para ser becado por todo un año.
Las puertas del mundo comenzaban a dejar pasar la luz, pero a veces necesario volver a las raíces para disfrutar de las pequeñas y más preciosas cosas de la vida. Con 16 años podría haber continuado su carrera en el exterior, pero 1991 Iñaki volvió a la Ciudad de La Plata para ser seleccionado como Primer Bailarín del Teatro Argentino. Esta emblemática institución aun se estaba recuperando del trágico incendio de 1977 y de los continuos recortes presupuestarios. Pero aun así la Ciudad de las Diagonales siempre seguía siendo su hogar, su lugar en el mundo. Tras una estadía de dos años, en 1993 ingresó por concurso público al Teatro Colón como de Primer Bailarín.
Por desgracia el país carecía de una estructura nacional para respaldar la Danza Clásica en el marco de políticas de estado, pese a existir una ley que lo contempla. En oposición, las ofertas desde Europa no se demoraron. En marzo de 1995 recibió la oportunidad de ser el Primer Bailarín del “Ballet Real de Londres”. Este gran salto ocurrió gracias a la recomendación de Sir Anthony Dowell, una leyenda viviente del Ballet.
Durante diez años encabezó el cuerpo de danza más prestigioso de Gran Bretaña. Literalmente el mundo se abría a sus pies para admirar cada salto, cada paso y cada vuelta. Sin dudas era una de las máximas figuras del histórico Teatro Covent Garden (Royal Opera House). Pero pese a los grandes triunfos, lejos de sucumbir a la fama internacional, su corazón y pensamientos siempre estuvieron cerca de su ciudad natal. Cuándo la Argentina estaba en los albores de la crisis económica de 1998-2002, Iñaki ya especulaba con su apuesta y gradual retorno al país. De este modo en 1997 fundó la compañía "Ballet Concierto" para realizar presentaciones en la Argentina y en el extranjero.
Lamentablemente a veces la vida tiene giros dramáticos que pueden parecer que lo destruirán todo, pero con serenidad pueden convertirse en nuevos caminos y oportunidades. En abril del año 2000 Iñaki practicaba una compleja coreografía en Londres cuándo de repente falló una trampa artística del escenario. Iñaki cayó 6 metros y sufrió 25 fracturas en todo el cuerpo. Lo invadió el miedo y la incertidumbre de no saber cuándo volvería a bailar. Para colmo uno de los espectáculos cancelados era su presentación gratuita en la Plaza Moreno (La Plata) durante los festejos del aniversario.
Pero ante la adversidad también provino la sabiduría y la humanidad de comprender que algunas cosas no son para siempre, que son necesarios los giros o los finales. Era un duro golpe de la vida, pero también fue el punto de inflexión que inició su faceta de coreógrafo, docente, productor y director.
Luego de varios meses ardua rehabilitación, el joven Iñaki Urlezaga volvió a los escenarios; pero ya era otra persona. Durante largo tiempo debió lidiar con un perpetuo dolor en la cadera izquierda, aunque la peor parte fue la intensa y silenciosa herida en el corazón. Pero lejos de recluirse, se forjó en el amor por su la carrera, el arte y el legado del a profesión.
Espiritual, positivo, intelectual, reflexivo y apasionado por hacer las cosas un poco mejor; Iñaki cuenta que todas las mañanas medita 30 minutos. Conoce de Shoga, Osho y Terapias Alternativas. Cree y se apoya tanto en las enseñanzas de Buda como en las de Cristo, sin prejuicios ni encasillarse en rutinas o espacios. Durante años ha brindado entrevistas a cualquier periodista que lo busque; y en casi todas realiza cita de los grandes autores de la literatura. Pero siempre lo hace con la misma naturalidad y humildad con la que recibe a sus visitantes. Y si bien es un artista consagrado, un grande entre los grandes, aun admite que no soporta verse bailar sin prestar atención en qué detalles debe mejorar.
En 2005 el director artístico Ted Brandsen lo invitó a unirse al Het Nacional Ballet, el cuerpo de danza más importante de los Países Bajos (Holanda). En menos de un año debutó oficialmente con el Lago de los Cisnes en el “Het Muziektheater Opera House”. Ese mismo año también fue invitado para cerrar la temporada de danza en el Teatro Colón de Buenos Aires, el cuál culminaba las actividades para iniciar un largo proceso de restauración.
En forma paralela, incansable y comprometido con el futuro; creció con su rol como coreógrafo y director. Encontró su oportunidad de hacer algo por las nuevas generaciones de bailarines; una satisfacción que supera cualquier colección de premios en una vitrina. De hecho, según cuenta, no le gusta guardar premios ni objetos materiales.
Entre sus creaciones coreográficas se encuentran: “Sylvia”, con música de Delibes, “Danzaria” con música de Vivaldi, y “Constanza” con música de Chopin. En el año 2009 estrenó “La Traviata” en las provincias de Salta y Buenos Aires. Su inspiración fue el juego entre la naturaleza y la humanidad: el contraste del mar, las montañas, el amanecer, el silencio. Una visión que le permitió trascender y romper fronteras incluso dentro del mismo Ballet Clásico. De este modo trabajó para modernizar las técnicas hasta fusionarlas con la actuación, la comunicación corporal y otros género musicales, como el Pop y el Rock.
Más tarden, en el año 2013 fue el Director el proyecto “Con Más Danza, Más Desarrollo Social”; una propuesta del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Desde este espacio se integró un cuerpo inclusivo de 40 bailarines entre 16 y 33 años provenientes de todo el país. Hasta fines de 2018 recorrieron todo el territorio nacional brindando más de 200 show públicos y gratuitos. Lamentablemente el programa fue traspasado al Ministerio de Cultura, el cual eliminó el presupuesto de $30 millones (2018) ignorando nuevamente la Ley 23.329 sancionada en 1986.
Durante toda su carrera tristemente vio como el país, por un motivo u otro, jamás pudo tomar el Ballet y el arte como una política de estado. Lo notó cuándo debió emigrar con 20 años, y lo revivió todas las veces que lo convocaron. Urlezaga es políticamente incorrecto. Es artista con muy pocas pulgas, y principalmente con una visión a largo plazo, ajeno a cualquier grieta o cualquier intento de oportunismos improvisados. Solo es una persona muy creativa con el deseo de compartir, mejorar y expandir las oportunidades de los futuros bailarines.
A lo largo de su carrera pisó y recorrió los escenarios del mundo, desde el “Metropolitan Opera House”, en Nueva York, hasta el "Teatro Bolshoi de Moscú". Desde el icónico “Alla Scalla de Milán” (Italia) hasta el "World Ballet Festival de Tokio". Incluso desde el "Festival Internacional de Ballet de La Habana" (Cuba) hasta la “Gala Premio Príncipe de Asturias” (España).
Recibió más de 13 Premios y Reconocimientos, pero no conserva ninguno de ellos en su casa. Solo son objetos materiales, efímeros e inertes. Según Urlezaga el éxito está en vivir la vida, enfrentando las adversidades, mejorando y aprendiendo de las derrotas. El triunfo pasa los legados, satisfacciones, momento y oportunidades que uno deja.
Con casi 43 años, la leyenda del ballet, aquel niño platense que bailó antes de caminar, y que pronto se consagró como uno de los prodigios universales, oficializó su despedida profesional como bailarín. Fiel a su estilo, creencias y amores, Lo hizo con un gran Show Gratuito en Plaza Moreno, durante el 136° Aniversario de la Fundación de La Plata. Literalmente, frente a cien mil personas que lo reconocen como un vecino más, pero también como un orgullo local. Aquél que jugaba tenis en el Club Estudiantes de La Plata. Ese vecino que es vegetariano, cinéfilo y amante de la pizza.
Pero esta histórica fecha estuvo muy lejos de ser un punto final. Por el contrario, nuevamente fue un momento de cambio, el inicio de una nueva etapa concentrada más en la docencia y la difusión del ballet.
PH de Portada: Fotografía de Kamila Canosa - Wikipedia - 3 de diciembre de 2018. Obra "Giselle".
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