El Antiguo Egipto en La Plata
Hace 5000 años surgió una de las civilizaciones más antiguas y fascinantes de la historia humana: Pirámides, esfinges, faraones, megaingeniería y grandes leyendas. En nuestra ciudad tenemos el privilegio de poseer una parte de esta magnífica historia, nada más ni nada menos que la mayor Colección Egipcia de Latinoamérica.
Fundado en 1884 por iniciativa del gobernador Dardo Rocha, el Museo de Ciencias Naturales de La Plata es una de las instituciones más prestigiosas de su área. Entre sus incontables tesoros y privilegios se encuentra una amplia colección arqueológica llegada desde el antiguo imperio egipcio. Las primeras piezas fueron compradas en Europa a fines del siglo XIX, pero la mayor parte del acervo proviene de expediciones de rescate histórico realizadas por la Universidad Nacional de La Plata. Es decir que son obsequios invaluables y oficiales del gobierno de la República de Sudán.
La Primera Expedición al Antiguo Egipto
En 1956 el gobierno de Sudán diseñó la construcción de la represa Asuán (Aswan) sobre el río Nilo. La finalidad era terminar con las constantes inundaciones que padecía la región, pero en consecuencia se sumergirían incontables yacimientos arqueológicos. Alertada la comunidad científica, en 1959 la UNESCO y el gobierno sudanés lanzaron una convocatoria internacional para rescatar y trasladar las reliquias antes de que el agua lo sepultara todo.
El Doctor en Leyes y experto en jeroglíficos egipcios Abraham Rosenvasser no dudó en responder al llamado. Formó un pequeño equipo de trabajo con el respaldo de la Universidad Nacional de La Plata y el Conicet. Luego se contactó Jean Vercoutter, profesor de la Universidad de Lille, Francia; quien formó la otra mitad del equipo y obtuvo el financiamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores (Fr).
El grupo se completó con los arquitectos Sergio Domicelj y A. Hernandez, y los arqueólogos Alberto Rex González y Pablo Krapovickas. El equipo francés sumó a André Vila (arqueólogo y fotógrafo) y a Henri de Contenson (arqueólogo).
Para llegar a la zona de excavación debían cruzar el desierto en una carretera sin delimitar, solo guiados por la astucia y conocimiento del conductor. Luego hacían trasbordo con una “faluca”, una pequeña embarcación a vela milenaria.
El operativo organizado por la UNESCO y los gobiernos de Sudán y Egipto es uno de los mayores desafíos arqueológicos. El informe Victoria en Nubia (UNESCO-1979) narra en detalle las labores realizadas a lo largo de 13 kilómetros a la vera del Río Nilo. Se trabajó en más de 45 grandes sectores. Se recuperaron más de un millar de tumba y se trasladaron gran parte de los templos hacía zonas seguras. Lamentablemente no se pudo rescatar todo, algunos sitios documentados jamás fueron encontraron.
Parte de los objetos recuperados fueron entregados por los gobiernos en forma de pago a los investigadores. A la Argentina llegaron 300 piezas que se exhiben en el Museo de Ciencias Naturales de La Plata, la mayor colección latinoamericana tras el lamentable incendio del Museo Nacional de Brasil.
El Complejo al Dios-Faraón Ramses II.
Aksha era un poblado situado en la Nubia Egipcia, entre las cataratas segunda y tercera del Río Nilo. Fundada por el Faraón Seti I (1291-1278 ac), fue diseñada cómo una fortificación destinada a vigilar el tráfico comercial y proteger las minas de oro. Tras su muerte, su hijo, el histórico Faraón Ramsés II (1279-1212 ac), finalizó la construcción y la amplió hasta su máximo esplendor. Para Ramsés II fundar una ciudad era un símbolo de poder político y militar, además de desarrollo económico y seguridad imperial.
El Templo Mayor estaba dedicado al Dios Amón, el predilecto en toda la arquitectura legada por Seti y Ramsés. Poseía una la estructura clásica: una parte de acceso semi-público, constituida por el pílono de entrada y un patio interior con pórticos sostenidos por pilares. El sector privado es donde residían los sacerdotes, constituido por una antesala y un santuario. En el Museo de La Plata se encuentra una detallada maqueta de esta importante urbe.
También se localizaron los depósitos de granos, las viviendas del clero, el palacio del gobernador y, más lejos, el lugar donde vivía el pueblo. Hacia el Nilo se encontraba el muelle donde atracaban las embarcaciones.
Esta ciudad no solo estaba dedicado a Amón, el dios que comandaba la expansión de Egipto hacia el norte y el sur, sino que también es dónde aparece por primera vez el propio Faraón adorado como Jefe del Ejército y como un Dios sobre la Tierra.
Durante las campañas se descubrieron cinco santuarios y parte de una puerta dedicada a Heqanajt, el virrey de Nubia bajo el gobierno de Ramsés II. En la puerta el virrey está representado con ropas ceremoniales y una inscripción reza "Heqa-najt, Hijo Real de Kush".
Los trabajos realizados en conjunto por franceses y argentinos no sólo descubrieron el pasado del Gran Imperio. Se realizaron excavaciones en cerca 20 sitios diferentes, lo cual llevó al descubrimiento de cementerios, instalaciones y objetos de otras culturas: Nubias (pre-egipcia), Meroíca (post-egipcia), una iglesia cristiana primitiva y asentamientos prehistóricos.
Al finalizar las tres campañas, la Argentina recibió 300 piezas, de las cuales 60 provienen del Complejo de Aksha. Estos valiosos objetos narran varios pasajes de la historia regional: victorias militares, construcciones civiles, ritos a deidades y la concepción el Faraón cómo Dios. El valor de estos objetos permitió una reconstrucción parcial de algunos sectores dentro de la Sala.
También se exhiben una gárgola meroítica, vajillas prehistóricas y restos de la antigua iglesia cristiana.
El Dr Abraham Rosenvasser.
Las primeras 50 piezas egipcias del Museo llegaron en 1888, cuándo la ciudad de La Plata tenía escasos 6 años. Esta pequeña colección incluye las momias y ataúdes de Tadimentet (femenina) y Herdwoj (masculino). Se trató de una donación del Dr Juán José Dardo Rocha, quien buscaba expresar la modernidad de la ciudad con la construcción de una gran catedral científica. Además por aquellos años se creía que había un vínculo directo entre las civilizaciones incaicas y egipcias, y por ende con la identidad nacional.
Si bien esta hipótesis fue errónea, fue inspiración para uno de los mayores egiptólogos argentinos: Abraham Rosenvasser.
El Dr Rosenvasser nació en el Partido de Carlos Caseres (1896), y tras estudiar en la UBA, en 1923 ingresó al cuerpo docente del Colegio Nacional de La Plata. Más tarde, en 1939 se sumó a la Universidad Nacional de La Plata (1939). Cómo investigador se especializó en jeroglíficos del Antiguo Egipto, historia de medio oriente y el origen de las religiones monoteístas.
Lamentablemente, luego de resistir la presión política y el antisemitismo, en 1946 fue uno de cientos de docentes e investigadores que perdieron su trabajo por cuestiones ideológicas. Debió mantenerse alejado de las grandes instituciones hasta 1956, cuándo fue reincorporado. Un año más tarde fue nombrado decano de la Facultad de Humanidades de la UNLP.
Tras encabezar las tres misiones a las ruinas de Aksha, el Dr Abraham Rosenvasser se consagró cómo un referente latinoamericano en los estudios egipcios. En 1963 fue designado primer Director del Centro de Estudios Orientales, actual Instituto de Historia Antigua Oriental (UBA). También fue uno de los miembros más destacados de la Academia Argentina de Letras, quienes conservan en su biblioteca más de 2400 volúmenes que pertenecieron al Dr Rosenvasser.
Archivado en:: Historia, Museo Ciencias Naturales, Sucesos