Salvadora Onrubia, la Venus Roja
Una incansable luchadora feminista. Siempre en la primera fila de la vanguardia. Eternamente comprometida por la defensa de las mujeres, la libertad, los trabajadores y el bien social. Periodista, poeta, militante, soñadora, anarquista y madre.
Fue un 23 de marzo de 1894 cuándo nació Salvadora Medina Onrubia en la joven ciudad de La Plata. Su madre había llegado de Valencia, siendo una de las primeras habitantes de la ciudad y dedicada a la actividad circense. De ella heredó el espíritu rebelde, la llama feminista, el compromiso social y la sed de libertad. Tras la repentina muerte de su padre, junto a su madre y sus hermanas se mudaron la provincia de Entre Ríos.
Desde muy temprana edad se dedicó a la docencia rural, la literatura y la militancia anarquista. A los 15 años comenzó una amistad por correspondencia con Simón Radowitzy. Se dice que ella financió sus dos intentos de fuga. Además en estos años comenzó su carrera en la literatura y en la revista Fray Mocho.
Tras quedar embarazada se convirtió en una orgullosa madre soltera y se mudó a la Ciudad de Buenos Aires. Aquí es cuándo conoció al dirigente sindical Sebastián Marotta, quien le ofreció trabajo en el diario anarquista La Protesta. Al poco tiempo se convirtió en una oradora referencial del movimiento exigiendo la liberación Simón Radowitzy. El joven cumplía una larga condena en el Penal de Ushuaia por el asesinato del Ramón Falcón; el Jefe de Policía que ordenó la Represión de la Semana Roja y del cortejo fúnebre. Finalmente su lucha obtuvo frutos cuándo en 1930 el Hipólito Yrigoyen firmó el indulto.
Una vida en Ascenso.
Su característica de mujer, periodista y militante anarquista comenzó a transformarla en una persona pública. Y luego de tener algunos cruces periodísticos con Natalio Botana, el dueño del diario La Crítica, sorprendieron al mundo al convertirse en una feliz pareja (1919). En sus memorias Salvadora recordó: “Primero hubo insultos, después amistad. Salimos a pasear por Palermo y ya no nos separamos más”.
Este fue un suceso que cambió radicalmente la vida de ambos. El diario tenía deudas de todo tipo, pero gracias a la presencia de Salvadora Onrubia la realidad se revirtió. Comenzó a escribir ad honorem, aseguró la comida de los periodistas, recortó los gastos innecesarios, ajustó las cuentas, garantizó los salarios, perfeccionó la distribución y materializó la expansión de la empresa. El diario pasó de 9 mil impresiones en 1920 a 800 mil en 1926; además de adquirir participación en Radio Argentina. Fue una Edad de Oro dónde trabajan gigantes como Roberto Arlt, Raúl Tuñon, Alfonsina Storni y Jorge Borges.
El asenso social de Salvadora fue meteórico. Junto a Natalio se transformaron en una de las parejas más visibles y queridas del ambiente; pero esto no la hizo cambió sus ideas, posturas, creencias y actitudes. No por nada se ganó los apodos de “El Tábano” y la “Venus Roja” entre los periodistas y los militantes anarquistas como una alusión a la revolucionaria francesa Louise Michel (La Virgen Roja). Se dice que llegaba vestida elegantemente a las asambleas obreras, pero sin ningún aire de superioridad. Por el contrario, era de las últimas en irse luego de quedarse armando los elementos para las manifestaciones.
Además de la militancia en las calles y la prensa, también lo hizo desde la literatura y el teatro, siendo todo pionera al convertirse en la primera mujer que dirigió una obra. Sus virtudes no eran solo por la brillante técnica y oratoria, sino también por las temáticas que abordaba: la guerra civil española, el sufragio universal, la sexualidad, las relaciones no heteronormativas, el adulterio, las relaciones libres y los roles de la mujer en la sociedad. Una de sus obras más valoradas fue Las Descentradas, estrenada por primera vez en el Teatro Ideal en 1929.
Del Amor a la Tortura y la Locura
Salvadora quedó embarazada a los 18 años de su hijo Carlos, alias pitón. Su esposo Natalio Botana la convenció para darle su apellido frente a la discriminación que podría sufrir el niño. Pero años más tarde, cuándo el joven se enteró de la verdad, no pudo soportarlo. Se dice que el matrimonio jamás pudo recuperarse del suicidio de su hijo.
La férrea militancia por los derechos laborales, sociales y de género también tuvo su precio. Llegado el 6 de septiembre de 1930, el diario La Crítica se alineo al Golpe Militar, algo que Salvadora le repudió a su pareja. Incluso llegó a decir con profundo sarcasmo: “Pensaban que el fascista era tan bruto que podrían controlarlo”. Poco a poco el tiempo le dio la razón, y para su desgracia el dictador Uriburu ordenó la detención de ella, su marido y 30 periodistas del diario.En estos años fue cuándo se implementó el uso de la picana eléctrica como medio de tortura a los presos políticos. Fueron años muy oscuros para la historia nacional. Salvadora escribió tres de los cinco principales documentos que registraron estos sucesos: “Orden político, institución siniestra”, “Uriburu (El principio de una contribución a la historia)” y el prólogo de “El martirologio argentino” de Carlos Jiménez.
Ante la injusta represión, los mayores intelectuales firmaron una carta para pedir que el dictador perdone a Salvadora por su triple condición de “mujer, poeta y madre”. Pero cuándo ella se enteró, envió una icónica contracarta al Dictador evidenciando su fortaleza:
Finalmente con la llegada al poder del presidente Agustín P. Justo, mediante los denominados fraudes patrióticos, los detenidos fueron liberados; pero esto fue solo un acto simbólico. La censura, las presiones y las clausuras fueron moneda corriente. De hecho Salvadora y Natalio debieron exiliarse a Uruguay por un largo tiempo.
En 1941 Natalio falleció en un accidente automovilístico y el Diario Crítica pasó a la dirección de Salvadora. De este modo se convirtió en la primera mujer en dirigir un medio de comunicación. Pero el camino no fue fácil. De hecho se dice que Salvadora llevaba una pulsera con una bala que fue disparada contra su despecho.
Finalmente en 1947, desde el gobierno de Juan Domingo Perón se le pidió a Salvadora que escribiera nota que levante la imagen de la Primera Dama Eva Duarte de Perón. La Directora accedió, pero también incluyó aportes de su vida militante, un recorrido por los aportes de Julieta Lanteri y una serie de sabios consejos. Se dice que su mensaje no fue muy bien recibido, y que por eso el Diario La Crítica sufrió un brutal asedio que incluyó: reducción de remesas de papel, boicot económico y una campaña de difamación. Pese a todos los esfuerzos mantener el diario a flote, las deudas crecieron, y finalmente fue vendido en 1951 a la Editorial Haynes, del Grupo Alea, propiedad de Carlos Alea, el Jefe de Despacho de la Presidencia de la Nación.
A partir de los años 50 todo el movimiento anarquista fue perdiendo fuerza. Muchos de sus líderes fueron detenidos, asesinados o simplemente olvidados. En el caso de Salvadora, hundida económicamente, se refugió en la literatura y en su tres hijos (Helvio, Jaime y Georgina Botana). Finalmente falleció en 1972 cuándo escribía “Los mil claveles colorados”, un aguafuerte dedicado a los militantes anarquistas. Entre sus obras legadas también se encuentran: Almafuerte, La solución, Las descentradas, Un hombre y su vida, El misal de mi yoga, La rueca milagrosa, y la novela “Akasha”.
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