Un Gigante Único e Incomprendido
Pensar en el Teatro Argentino, unas de las mejores instituciones latinoamericanas en su tipo, siempre despierta sentimientos encontrados. Una puja entre la nostalgia por el viejo edificio de arquitectura renacentista y la insatisfacción por el nuevo estilo brutalista-racionalista. Una situación que con el paso del tiempo no mejoró y que invisibiliza el majestuoso potencial de esta inmensa obra de arte.
El 18 de octubre de 1977 una llamara se adueñó del enorme telón principal del Teatro, y en muy poco tiempo todo el edificio parecería un enorme caldero, la boca de un endemoniado volcán. Una tragedia que se habría evitado si no se hubiese recortado el presupuesto de modernización y seguridad antiincendios.
Inmediatamente el gobierno militar de facto determinó que las ruinas serían demolidas y que se llamaría a un concurso internacional. En total se presentaron 71 propuestas. El diseño ganador se anunció el 14 de agosto de 1979. El proyecto seleccionado fue el realizado por el grupo de arquitectos: Tomás García, Roberto Germani, Inés Rubio, Alberto Sbarra, Carlos Ucar y Enrique Bares.
Arquitectura Brutalista:
Aquí es necesario comprender que las construcciones brutalistas estaban de moda entre los años 50 y 80. Cuándo una ciudad quería demostrar su modernidad, lo hacía con este estilo. Algunos ejemplos exitosos son La Ópera de Sydney (1973), la Catedral Nuestra Señora de la Altagracia (1971), el Monumento Buzludja (1981) y el Teatro Nacional de Londres (1963).
Esta nueva corriente nació después de la segunda guerra mundial con el objetivo de lograr una reconstrucción acelerada, económica y duradera de Europa. En consecuencia todo se concentra en el uso del hormigón, el acero y la vidriería. Además de cumplirse con los tres requisitos técnicos del momento, también brindó a los arquitectos la posibilidad de “modelar” las estructuras como si fueran arcilla. Esto despertó un doble juego para realizar nuevas “formas” geométricas manteniendo las superficies lisas y homogéneas del material.
En el caso del Teatro Argentino se priorizó una forma geométrica basadas en líneas rectas y ángulos muy definidos. Esto se debe a que toda la construcción es un homenaje al trazado urbano de la ciudad. Desde frente es imposible notarlo, pero desde el aire claramente se dibuja un rectángulo dentro de un octógono delimitado por cuatro diagonales (75, 76, 77 y 78) y otras dos imaginarias que nacen en los jardines (73 y 74).
El diseño general del Teatro Argentino también persigue un efecto visual y práctico sobre los límites de los lugares públicos/privados. En una primera instancia; las angulaciones, los vidrios y las aperturas generan una confusión sobre la magnitud de la superficie interior y de los niveles. Incluso es una situación que se repite dentro del mismo Teatro. Se trata de un concepto muy vinculado al hiper famoso arquitecto suizo Le Corbusier. Pero lejos de quedarse solo en una ilusión, el Teatro fue diseñado como corredor entre las avenidas 51 y 53 mediante espacios semi-abiertos. Incluso se instalaron fuentes de agua, aunque luego se trasformaron en macetones.
Desde un aspecto más ideológico, las construcciones brutalistas también fueron relacionadas con las ideologías del momento. Siendo estructuras muy grandes, homogéneas y de impresión omnipresente; algunos vieron la imagen de los gobiernos totalitarios o verticalistas que necesitaban comunicar la fuerza gubernamental. Otros interpretaron que las fachadas libres son una oposición a las costumbres ornamentales aristocráticas que ocultaban las raíces y las bases estructurales de “un algo”. Y finalmente un tercer corriente (racionalista) buscó fusionar el Arte con las Matemáticas.
La Construcción del Teatro:
En 1980 comenzaron las obras con una estimación de cuatro años para su finalización, pero estas no estuvieron ni cerca de cumplirse. Recién el 12 de octubre de 1999 se pudo inaugurar Sala Principal “Alberto Ginastera”. El 22 de mayo de 2000 fue el turno de la Sala Astor Piazzolla, dedicada a las artes de cámara. Con el tiempo se habilitó la Sala de Exposiciones Emilio Pettoruti y una cafetería. El proyecto original también incluía una Sala de Prosa, una biblioteca, miradores y mayores áreas de servicios.
En total el complejo consta de una superficie de 60 mil metros cuadrados cubiertos. Para la construcción se utilizaron más de 60 mil metros cúbicos de hormigón. Las tareas estuvieron a cargo de la empresa Ingeniería Tauro, con los ingenieros Groschowski y C.M. Crispiani en la representación técnica.
La Sala Alberto Ginastera es una verdadera obra de arte. Su forma de herradura mantiene las características de los teatros italianos, lo cual asegura un excelente nivel acústico para los 2200 espectadores. En el centro se encuentra la enorme Araña de Luces realizada en bronce. Sus 400 lámparas computarizadas tienen una potencia de 25 mil watts.
Por su parte el escenario tiene una superficie de 1365 metros cuadrados y una altura 20,5 metros. Posee un diseño clásico en cruz que brinda grandes espacios laterales y posteriores que almacenan la escenografía. Además el Foso de Orquesta tiene 16 metros de ancho por 4.50 metros subdividido por 5 pistones.
Para no repetir las tragedias del pasado, el telón de apertura a la italiana, está confeccionado en pana roja y es controlado por medio del sistema computarizado. Como respaldo existe un segundo telón de seguridad ignífugo y con aislante acústico. Y finalmente, otro dato no menor, es la pantalla de subtítulos para una mejor apreciación de las obras.
La Sala Astor Piazzolla originalmente debía ser un microcine, pero se la rediseñó para brindar Conciertos de Cámara, Conferencias, Congresos, Recitales Populares y producciones teatrales. Al igual que las salas de ensayo, está revestida con placas acústicas de madera. El escenario se encuentra a 80 centímetros del piso y mide 15 metros de ancho por 6.5 metros de profundidad. Cuenta con una parrilla fija a 6.50 metros de alto con dos varas para luminotecnia y varas de montaje.
La Sala Emilio Petorutti se encuentra en el primer subsuelo. Su objetivo principal es la exhibición de las artes plásticas e intercambios patrimoniales con museos nacionales y provinciales. A lo largo de los años se presentaron trabajos de Pablo Picasso, Quinquela Martín y Molina Campos, entre muchos otros.
Actualmente el Jardín Perimetral se encuentra rodeado de rejas por los continuos ataques vandálicos, lo cual ha limitado la intención original. Estos se tratan de espacios exteriores semi cubiertos que debían funcionar como paseo peatonal. Al estilo “Patio Inglés”, las plazas se encuentran en un nivel por debajo de la vereda peatonal, al fin de transformarse en una gran platea alta cuando se realizan espectáculos al aire libre. Cada una tiene una superficie aproximada de 500 metros2.
¿Entonces Qué Salió Mal?
Lamentablemente la construcción del Teatro Argentino se demoró más de 20 años, cuándo su estilo ya no estaba “de moda”. Peor aun, su inauguración fue gradual, por partes y no siempre tuvo un correcto mantenimiento.
En su momento la arquitectura brutalista se destacaba por lo económica y rápida que podía ser. Pero no se tomó nota de que le hormigón expuesto se ensucia fácilmente despertando la sensación de “mole abandonada”. Además las inmensa construcciones suelen necesitar de espacios abiertos muy grandes para que sea mejor apreciadas. Este no fue el caso porque el Teatro quedó rodeado por los edificios públicos y privados con incontables detalles de arquitectura renacentista, clásica, gótica y moderna.
Por si todo lo anterior no fuera suficiente, tampoco se pudo implementar el corredor artístico entre las avenidas 51 y 53. Sea por continuas obras, la falta de mantenimiento, la frialdad del paisaje, la poca promoción o la posterior instalación de las rejas. Demorado, vaciado, viciado y muy mal promocionado; injustamente terminó por ganarse una mala fama.
La calidad de los trabajadores, artistas y producciones es sumamente excepcional No tiene nada para envidiarle al Teatro Colón o la Scala de Milano. Mientras que a nivel arquitectónico, tal vez siempre nos haga ruido visualmente. Pero esto no quiere decir que merezca ser menospreciado por “frío” o “seco”; porque en el fondo no deja de ser una gran referencia de un estilo arquitectónico sumamente interesante cuándo nos permitimos conocerlo.
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