¿Ciudad de La Plata o Eva Perón?
En todas las ciudades existen historias que despiertan acalorados debates. Uno de ellos nació exactamente el 8 de agosto de 1952, cuándo la ciudad de La Plata cambió su nombre por el de “Eva Perón”. Para muchos es una curiosidad más de la historia, pero otros aun lo viven como una gran batalla épica.
Antes que nada es necesario comprender que los nombres que tenemos las personas, urbes y países son construcciones culturales que nacen y se desarrollan. No son cambios cotidianos ni frecuentes, pero ocurren. Las ciudades de Paris, San Petersburgo o Estambul son un ejemplo de que estas cosas pasan más allá de las valoraciones personales de cada caso.
Volviendo a la Argentina, cuándo en 1882 se fundó la Ciudad de La Plata, su nombre fue elegido por el legislador Dr José Hernández. Su idea era homenajear al Río de la Plata, base de la economía e historia del país. Además los españoles pensaron que el color y brillo del agua era porque había un yacimiento de plata, cuyo nombre en latín es “argentum”. Esta explicación, enmarcada en la necesidad de consolidar una identidad nacional, forjó el nombre de nuestra Capital.
La historia podría haber terminado acá, pero el 1952 el Poder Legislativo de la Provincia de Buenos aprobó rebautizarla como “Ciudad Eva Perón”. Este inesperado giro marco un antes y un después. Hubo personas que amaron el cambio, y otros que lo odiaron. Incluso después de 70 años, para algunas sigue siendo un acalorado tema de debate. Dos posturas con argumentos más que interesantes.
¿Porqué SI al Cambio?
En la Argentina de los años 50 ocurrían dos sucesos simultáneos. Por un lado se vivía una nueva etapa de expansión territorial que implicaba la fundación de ciudades y provincias. En paralelo se había consolidado nuevamente el culto a las figuras políticas, también conocido como caudillismo o personalismo. Y es necesario recordar que esto no era una condición exclusiva del Partido Peronista. También si vivió con Bartolomé Mitre, Julio Roca, Manuel de Rosas, Máximo Paz y Adolfo Alsina; entre muchos otros.
Dado este contexto, el 26 de julio de 1952 falleció la Primera Dama Eva Duarte de Perón, la segunda imagen más importante de su espacio político. Una persona que estuvo muy vinculada a las clases obreras, los servicios de beneficencia y la consagración del sufragio femenino. No era la única ni la primera en perseguir estos objetivos, pero si la más visible del momento. Por ende su repentina muerte por cáncer, a los 33 años, generó una conmoción y una ola de homenajes por todo el país.
La Central General de Trabajadores fue la primera en lanzar la propuesta luego de recibir y contabilizar solicitudes para que una ciudad lleve el nombre de Eva Perón. De este modo el Senador Nacional Héctor Cámpora promovió la postulación de La Plata porque era el lugar de dónde habían llegado más cartas. Acto seguido, por recomendación del Congreso de la Nación, los Legisladores Bonaerenses aprobaron de la Ley Provincial N°5685. Tampoco debe ser una sorpresa la cantidad de cartas si consideramos que La Plata era la capital provincial con presencia de casi todos los sindicatos.
Si bien fue un tratamiento sobre tablas y sin cuerpo argumentativo, más allá de la discusión pública, se podía hacer una traza histórica entre la ex Primera Dama y la Ciudad. La gesta peronista del 17 de octubre de 1945 comenzó en los barrios de Berisso y Ensenada, encabezada por Eva Perón y Cipriano Reyes, por entonces aun territorios del Partido de La Plata. Además el 22 de octubre de 1945 se casaron en la iglesia San Francisco de Asís, lo cual motivaba a que recurrentemente volvieran a la ciudad para los festejos del 19 de Noviembre y aniversario de bodas. También se debe destacar que Eva compró y donó una antigua casa patrimonial para la CGT, donde actualmente funciona un Museo. Y por si no fuera poco, la Fundación Eva Perón tuvo un importante rol en la construcción de la República de los Niños.
Por otro lado, todavía era perfectamente normal que tras la muerte de un político se bautizara una plaza o ciudad en tributo. Cuándo falleció el dictador Uriburu, la ciudad de Zárate cambió su nombre hasta 1946. Peor aun, el Partido de Morón se llamó “6 de Septiembre” en reconocimiento al Golpe de 1930. Incluso el distrito de Arrecifes adoptó el nombre de “Bartolomé Mitre” cuándo aun el ex Presidente estaba vivo. Esta costumbre recién se puso en debate a partir de los años 50 y 60.
¿Porqué NO al Cambio?
Podríamos quedarnos con la explicación más sencilla: los conservadores, odiaban la figura de Eva porque era mujer y popular. Incluso se podría alimentar el mito de que La Plata era un bastión de ideologías conservadoras y “gorilas”. Pero hacer esto sería repetir el mismo falaz discurso de la Dictadura Militar (1976) cuándo aducían que aquí había un crisol de subversivos izquierdistas.
El origen de la discordia se puede remontar fácilmente hasta 1882, cuándo se fundó la ciudad de La Plata. Aquél día, recordando la crueldad de la Guerra Civil y del Caudillismo, el Dr Dardo Rocha dijo: “(…) esperando que aquí queden sepultadas para siempre, las rivalidades, los odios, los rencores y todas las pasiones que han retardado por tanto tiempo la prosperidad de nuestro país”. Dicho de otro modo, la urbe nació siendo un bastión en contra del personalismo y el verticalismo sin distinción de ideologías. Por eso mismo luego ocurrieron continuos levantamientos contra el liberalismo personalista de Julio Roca y Juárez Celman.
Ahora bien se podría pensar que la situación mejoró con el retorno de la democracia de 1946 y los legítimos avances sociales que brindó la presidencia de Juan Domingo Perón. No por nada el Frente Peronista logró el 63% de los votos bonaerenses en 1951. Pero la otra cara de la historia es que en la ciudad de La Plata se mantuvieron los comisionados-interventores hasta 1950. Para empeorar las cosas, primero por la intervención federal del 8 de marzo de 1940, y luego por la Ley Provincial N°5542 de 1949, ciudad Capital no tenía derecho a poseer un organismo legislativo. Esta ley que prohibía la legislación local se mantuvo vigente hasta 1958. En palabras más sencillas, durante 30 años casi no se podía votar ni debatir nadar vinculado a nuestra propia ciudad.
A la precaria situación de los poderes municipales se sumó un tenso proceso social. La Universidad logró el ansiado ingreso gratuito, pero perdió la autonomía de gobierno. Los clubes ganaron prominencia, pero se los obligó a repartir material de política partidaria. Los empleados públicos ganaron muchos legítimos derechos, pero se los obligaba a afiliarse al partido y jurar lealtad a la doctrina. El Doctor René Favaloró fue uno de los perjudicados. Además en la ciudad de La Plata vivían muchos inmigrantes italianos que habían sufrido los horrores del fascismo italiano y veían con pavor cualquier cosa que pudiera asemejarse. Esto incluía el culto hacía las figuras políticas. En estos años también se habían acuñado términos como "Santa Evita" o "Protectora Espiritual de la Nación".
Tal vez el problema no haya sido el cambio del nombre de la ciudad; sino más bien los tiempos, las formas y el lugar. La Capital Provincial llevaba 70 años con costumbres anti-personalistas. Ni siquiera había un gran culto al Dr Dardo Rocha porque él mismo lo rechazó en su testamento. Y si bien para 1951 se estaba recuperando y ampliando la democracia, en La Plata no estaba ocurriendo por culpa de los mismos que aprobaron el rebautismo de la Capital. ¿Cuánto podía durar una imposición de cultura personalista en una ciudad con ADN anti-personalista? Por las buenas, no mucho.
Con el Golpe Militar del 16 de septiembre de 1955, el Partido Peronista quedó proscrito al igual que cualquier alusión simbólica. Se prohibieron las imágenes, libros y nombres que hagan referencia. Por eso el 29 de septiembre la ciudad de La Plata volvió a adoptar su nombre original. La otra cara de la moneda llegó con el Golpe de Estado Interno del General Aramburu contra el General Leonardi (22-3-1956). Este giro marcó el final de la frase “ni vencedores ni vencidos” para avanzar hacía una dictadura plena que buscaba borrar todo el legado peronista, tanto lo bueno como malo. Un criminal sendero que incluyó listas negras, censuras, persecuciones, torturas y fusilamientos. Parte de este otro oscuro capítulo se narra en la Plaza Malvinas de la Ciudad de La Plata.
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