Favaloro no murió
El 29 de julio del 2000 un ruido retumbó en un baño, y la ola expansiva inmediatamente recorrió el mundo. El amado doctor del corazón, agobiado por las deudas de su fundación, víctima de los horrores de la corrupción; se había disparado directo al corazón. Su cuerpo nos dejó, pero sus enseñanzas quedaron. Su vida se transformó en una leyenda que se narra todos los días en los incontables monumentos e intervenciones.
En una de su carta de despedida, Favaloro escribió “La mayoría del tiempo me siento solo”; en referencia a la inmensa hipocresía que recibía regularmente. Por un lado le entregaban medallas, diplomas y lágrimas por tan solo verlo; pero después la mayoría eran cómplices de la corrupción endémica del sistema (público, sindical y privado). Y si bien toda esta presión lo llevó a quitarse la vida; la gente de a pie, los pacientes y los estudiantes jamás lo olvidaron ni dejaron. Por el contrario, lo inmortalizaron en monumentos, plazas, placas, calles, teatros, escuelas y murales. (Leer mini biografía)
Una de las instituciones más comprometidas con la memoria del Dr René Favaloro es el Club Gimnasia y Esgrima de La Plata, el club de sus amores dónde jugó al futbol y básquet. En las múltiples entrevistas que brindaba, Favaloro decía que él jamás gritaba, salvo que El Lobo haga un gol. Tras su muerte se creo la “Comisión Permanente de Homenaje a René Favaloro”.
Caminar por el Paseo El Bosque es encontrarse con muchas referencias al Doctor. La más importante es el mismo Estadio Juan Carmelo Zerillo, dónde se bautizó toda una platea con su nombre. Además se respaldó la construcción de un momento en la esquina de Avenida Iraola y 118, y un anfiteatro al aire libre en la Plaza Canadá. También se bautizó en su honor la Escuela Primaria Diegep N° 5968 y la Secundaria. Mientras que por su parte la hinchada, La 22, se encarga de realizar y cuidar los murales.
Por si no fuera poco, tras la muerte de Roberto Oscar Di Marco, sus familiares donaron al Museo de Gimnasia un busto del Dr Favaloro realizada por el artista plástico Fernando Pugliese en resina epoxi y fibra de vidrio.
El Barrio El Mondongo, dónde nació y creció, tampoco dejó que se borre su huella. En primer lugar se colocó una placa en su hogar natal y se bautizó todo un tramo de calle en su honor, desde calle 5 y 66 hasta 72 (Ordenanza N° 9172). Además en la Escuela Primaria N° 45 “Manuel Rocha”, a la cuál él concurrió, se construyó un hermoso mural de mosaicos. Por si no fuera poco, desde esta institución también impulsó un memorial vivo en la esquina de diagonal 79 y 116. Se trata de un algarrobo blanco que fue plantado por el mismo René Favaloro en el año 1996 por motivo del centenario escolar. Tras su muerte se colocaron dos bancos y una cruz sanitaria de material. También se plantó un lapacho, donado por su amigo Genco, por ser este uno de sus árboles preferidos.
A pocos metros, en calle 67 y 117, también se creó el Multiespacio Cultural Dr René Favaloro, dónde funciona un teatro adaptado para realizar recitales.
En el Hospital Policlínico San Martín se encuentra el mural más emotivo e importante en honor. Una historia que nació con una propuesta virtual de la artista María Loreto Mantel. Ella ideó que durante el Bicentenario de la Independencia Argentina se inaugure un mural colectivo: un “Arbol de Vida” a partir de corazones de mosaicos donados por cualquier persona/institución del mundo. De este modo llegaron envíos de niños recién operados y de abuelos de 90 años que fueron atendidos por el Dr René Favaloro. Incluso llegaron colaboraciones desde Uruguay, Alemania, México y Brasil. En todos los casos con historias conmovedoras: “él salvó a mi papá”, “él atendió gratis a mi madre”.
En el mural platense se armaron dos árboles de 2,40 metros de alto y 2 metros de ancho. En su base lleva espigones conformados por corazones, con la frase de Favaloro: “Yo me conformaría con el que corazón de los argentinos tuviera tres cosas: honestidad, responsabilidad y solidaridad”.
En paralelo, 180 ciudades de la Argentina se sumaron a la iniciativa inaugurando sus propios murales a lo largo de todo el mes.
Para poder realizar este monumental trabajo, también fue central el aporte de la muralista Lorena Faiad y sus colegas María Teresa Gasparetti, Karina Farías, Adriana Gómez y Silvia Suero.
No todos los tributos se concentran en su barrio natal. Uno de los más reconocidos muralistas de ciudad y el país, Lumpebola, incluyó al Dr Favaloro en el “Paseo de la Fama” de calle 16 y 138 (Los Hornos). Este se trata de una colección de retratos de grandes personajes de la historia. Aquí comparte el espacio junto a gigantes como Mahatma Gandhi, Nelson Mandela, Charles Chaplin, Diego Maradona, El Capitán Piluso, Elvis, Ceratti y Gardel.
Mediante la ordenanza N°11256, promulgada en el 2015, el espacio verde de 43 y 160 (Olmos) se lo bautizó como “Plaza Dr. René Gerónimo Favaloro”. También se aprobó la colocación de una placa en la Plaza de La Paz de calle 45 y 196 (Ordenanza 9729)
El Centro de Adultos Nº713/03 (Partido de Berazategui) y una rotonda en el Partido de Berisso también lleva el nombre del amado médico del corazón.
Lejos de ser una cuestión exclusiva de nuestra región, los homenajes al Cirujano los podemos encontrar en decenas de ciudades argentinas cómo: Malvinas Argentinas, Pilar, Mar del Plata, Wilde, La Matanza, CABA, Neuquén y Escobar. Continuamente se colocan placas, murales y retratos, o se bautizan instituciones (escuelas, laboratorios y hospitales). Incluso hay movimientos Scout, agrupaciones estudiantiles y extensionistas que llevan su nombre conmemoración y referencia ética.
El Doctor René Favaloró se quitó la vida no solo porque vió frustrado su sueño; también se sentía aislado, traicionado, encerrado y vencido por la corrupción institucional. Una que se alimenta del materialismo y la deshumanización. Pero él realmente no estaba solo, había y hay toda una sociedad que lo acompañaba. Y si, tal vez aquellos oscuros personajes de la historia lo vencieron en vida, pero jamás pudieron apagar su llama. Mucho menos tendrán el privilegio de ser bien recordados con el paso del tiempo.
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